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Reflexiones de la cámara nupcial



El camino del Cristo Femenino restaura el Divino Femenino y el Divino Masculino, ambos en unión para dar a luz al Divino Niño, creado a partir de una plantilla holística de unidad. El Cristo Femenino está aquí, como fue profetizado, para unir en Sagrado Matrimonio el Amor Divino del espíritu, con el Amor sensual y primordial del reino encarnado de la materia. Ella nos recuerda que el sacramento más alto y más profundo es el amor y trae la medicina para la curación de nuestras heridas de separación y sufrimiento. En su Vientre Cósmico, el Cristo Femenino disuelve nuestras heridas del hombre contra la mujer, la humanidad contra la Madre Tierra, las tinieblas contra la luz. El Cristo Femenino revela el rostro de su esposa para que recordemos quiénes somos realmente y celebremos un mundo de vida, renovación, comunión, colaboración, unidad y creatividad.

Ella nos recuerda nuestro anhelo de pertenecer, el anhelo de ser uno.

La Unión de Jesús y María Magdalena nos lleva a la resurrección por el amor. Cuando su unión crea la plantilla del "Hijo Divino", crean una nueva historia de la conciencia y el potencial humanos. Este sagrado matrimonio de opuestos está en el corazón de los Misterios de Cristo y tiene lugar dentro de la Cámara Nupcial. Las relaciones cotidianas también evocan esta iniciación de la cámara nupcial. Colocar nuestras relaciones íntimas en el centro de nuestro altar espiritual crea un cambio de paradigma. Nuestra vida diaria se convierte en práctica. Los detalles del día a día de nuestras relaciones se convierten en un rosario para la meditación y la oración, aportando profunda sanación alquímica, humildad y santidad. El anhelo de nuestros corazones de ser profundamente tocados por un amor con un alma encarnada se convierte en un faro de luz. Cuando entramos en la Cámara Nupcial, no somos medidos por cuán iluminados somos o cuán perfectos somos. Estamos llamados a vivir la pregunta:¿Cuánto puedo abrir mi corazón al amor?


CONVERSACIONES CON MARY MAGDALENE Por Ana Otero AHAVA

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